Con lágrimas de impotencia doña Irma Velázquez García relata la desgracia que sorpresivamente obscureció la vida de la familia de su hermana doña Rosario Aguilar García la tarde del 23 de agosto, la brutalidad policíaca destrozó su tranquilidad familiar, «nuestros padres nos enseñaron a trabajar desde muy chicos y somos gente pacífica y honrada», ella en su casa recibe abonados para ayudar al mantenimiento familiar.
Con alarde de violencia uniformados entraron armados, rompiendo y tirando todo, «en una cajita tenía dos mil pesos fruto de su trabajo y se lo llevaron, sus alhajas, algunas heredadas, también se las llevaron con el argumento de que no las podía comprobar» dice. Le cuestionaron soezmente sobre su propiedad. diciéndole :»pinche vieja como es que es dueña de esta casa», su esposo estaba en la parte superior de la casa, y subieron por él, lo apartaron, lo golpearon rompiéndole una costilla y le causaron trastornos en su nivel de azúcar porque padece diabetes. Aun no lo liberan. a su pequeño hijo de siete años de edad lo encerraron aparte en un cuarto por varias horas y según relata doña Irma « no me querían dejar que lo rescatara, es un niño!». Se los llevaron a los dos a su hermana y a su cuñado, « fuimos a ver si los tenían en el ministerio público, pero se los llevaron directamente a Tuxtla, doña Rosario relata que antes de llegar los llevaron por caminos de extravío y ahí los dejaron un buen rato a pesar de que su esposo iba herido; a ella la estuvieron presionando toda la noche y al filo de la madrugada la trasladaron por la carretera vieja de Tuxtla a San Cristóbal mientras le ponían canciones con letras obscenas. «Yo sólo esperaba a ver a qué horas me podían matar o violarme» La regresaron a San Cristóbal de Las Casas a las cinco de la mañana. Encontró su casa cerrada, le quitaron todas las llaves y se refugió en la casa de su hermana, en el Barrio de San Ramón, salió con la ropa de encima, a su hijito, de apenas siete años lo sacaron descalzo, « yo le tuve que comprar zapatos, el niño está muy asustado, pregunta por su papá a quien vio que lo golpearon.» Nos cuenta con lágrimas doña Irma.
Un muchacho que es abonado se estaba bañando, lo sacaron con short, sin camisa y con jabón en la cabeza, lo golpearon, enfrente de todos le pusieron formol en la cara quedó como borracho, lo tiraron al carro así desnudo, le pusieron una metralleta en el pecho, y se lo llevaron, aún no lo liberan. Le quitaron todas sus cosas su laptop, su celular, su mamá llegó con las facturas de los aparatos que le quitaron para comprobar que con mucho sacrificio se los ha comprado. A las muchachas abonadas también les quitaron todo, las corrieron de la casa y tampoco les dejaron sacar sus cosas son gente inocente, si las autoridades conocen entonces deben saber que nosotros nos somos secuestradores, no puede ser que la presidenta diga que la ciudadanía haya pedido estas desgracias.
FOJA COLETA
.