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Chiapas: «¿Acaso el Estado, toleraría a una posición que lo combata en su interior?, cuestiona el movimiento magisterial ante el próximo relevo sindical

Chiapas: «¿Acaso el Estado, toleraría a una posición que lo combata en su interior?, cuestiona el movimiento magisterial ante el próximo relevo sindical

ANÁLISIS EN TORNO AL RELEVO SECCIONAL EN LA SECCIÓN 40.

Comité ejecutivo AED 40

La lucha por la dirección sindical de la sección 40 ha tomado curso, en la arena política se han colocado el charrismo sindical y el oportunismo político para disputarla abiertamente, este eslogan gira en torno a la “democracia sindical”.

14 de febrero fecha que el Estado y el charrismo dispusieron para iniciar el proceso de imposición de un Comité Ejecutivo Seccional (CES) ajeno a las bases democráticas y combativas. Para ello, lanzaron la convocatoria de realización del II Pleno con miras a la puesta en práctica de un Congreso Seccional que decida a la próxima dirigencia sindical de la Sección 40.

Para cualquier ciudadano común pareciera ser que, por fin, después de más de cuatro décadas de opresión gubernamental, por medio del charrismo sindical se han terminado y están sentadas las bases para una verdadera democracia, donde lo único que debiera hacerse es participar libremente en los ejercicios políticos institucionales.

Sin embargo, así como a una democracia no la definen las elecciones ni la existencia de urnas, así el poder que oprime al magisterio democrático y a los trabajadores de la educación en general no puede terminarse por el cambio de representante de la secretaría general de su sindicato y menos con el cambio en el gobierno federal, peor aún cuando esa dirigencia sindical está marcada por los vicios del sistema y las prácticas del charrismo de viejo cuño.

Por mucho que se quiera y anhele la democracia sindical, no puede existir sin la participación directa de las bases, fuera de las formas burguesas de hacer política. El anhelo, deseo y decisión de los trabajadores de la educación de la existencia de la democracia sindical es real, una condición política por la que el magisterio democrático a través de sus diferentes expresiones y organizaciones internas ha luchado todo este tiempo; ha sido escamoteado de igual manera por el Estado y principalmente por el charrismo sindical al fungir como instrumento de control de las bases a partir de la represión laboral y administrativa, descuentos, ceses, persecución política y detenciones arbitrarias.

En esta coyuntura creada por el Estado, en torno al relevo seccional de la Sección 40, es importante hacer hincapié en la forma en que se presentan los planteamientos políticos, toda vez que, desde el concepto de “democracia sindical” viejos personajes caracterizados por asumir una posición oportunista en el magisterio y las cabezas de grupo del charrismo-oportunismo se presentan hoy como los grandes promotores del cambio, los ungidos y únicos capaces para llevar la democracia a los trabajadores de la educación.

Incluso han llegado a plantear que todas aquellas expresiones independientes pueden sumarse a este “gran cambio y vuelco a la democracia” a partir de sujetarse a los términos y cánones institucionales, donde lo único que hay que hacer es ¡conformar una planilla, presentarla y participar! Como corolario sentencian: ¡no participar en la democracia sindical, es dar condiciones al charrismo para que se imponga por otros cuatro años!

Vaya fórmula de la democracia sindical, sin duda que esta forma de razonar ha de permear en una parte de las bases, sin embargo; la lógica de ese planteamiento deja de lado, por decir lo menos, el conjunto de acontecimientos políticos y la lucha política e ideológica que existe en el movimiento popular y en el sector de los trabajadores de la educación. Sólo para responder de la misma manera a esa argumentación podemos decir, ¿si el cambio dependiera de participar en el Congreso con una planilla, no creen que desde hace tiempo hubiese “democracia sindical” y los intereses de las bases estuvieran bien representadas?

Pero, veamos el conjunto de cosas que envuelven a esta coyuntura:

1.- La lucha por la democratización del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) no es reciente, es una vieja demanda que las posiciones y organizaciones democráticas al interior de la Sección 40 se exige desde hace décadas, que cobra mayor fuerza cuando se conforma la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE). En todo este tiempo, el Estado es el principal opositor a que una representación sindical emanada de las bases arribe a la secretaría general, y ha impuesto a camarillas oficiales para ejercer dominio y control de las bases y los recursos económicos de éste, es decir, asumen una posición y actitud abiertamente charra.

En la coyuntura política que se gestó por la imposición de las reformas neoliberales en el sexenio de Enrique Peña Nieto, las posiciones democráticas e independientes emergieron y adquirió mayor fuerza que llevó a la conformación de un organismo político que permitiera luchar por la defensa de los derechos y conquistas sindicales, así como la lucha por la democracia sindical, hoy denominado Asamblea Estatal Democrática de la Sección 40.

El resultado mayor fue haber acuerpado a todos aquellos que estaban cansados de los mecanismos de opresión institucional y clamaban por sacudirse el yugo del Estado y de los charros. La defensa del derecho al trabajo, la defensa del salario y la educación pública, fueron las banderas que permitieron aglutinar a una buena parte de las bases, en la medida que la reforma educativa hacía añicos los derechos de todos los trabajadores de la educación, sin importar que fuesen base clientelar de los charros.

El magisterio democrático en el plano nacional, a partir de las constantes jornadas de lucha pudo frenar el mecanismo de opresión y represión sindical que significó la evaluación, en el que participó activamente la AED 40; a modo de balance existe una coincidencia con todas las secciones que combatieron políticamente al decir que se pudo frenar la aplicación e instrumentación de la nueva ley educativa neoliberal de EPN.

Desde ese momento, la aspiración a constituirse como un organismo representante genuino de los trabajadores de la educación fue parte de la discusión política y se llegó a concluir que la AED 40 podía disputar al charrismo y al Estado la secretaría general; es decir, impulsar por la vía de los hechos y de manera combativa la democracia sindical, planteamiento político que se materializó en el II Congreso Político de Bases en la conformación del Comité Ejecutivo de la Asamblea Estatal Democrática de la Sección 40 del SNTE-CNTE que abanderaría la lucha por el reconocimiento y legalización.
Hasta el momento esa instancia de dirección política y administrativa del movimiento democrático magisterial existe y pugna en todos los campos de la lucha de clases para arribar a una verdadera democracia sindical.

Es de resaltar que, en el proceso de lucha por el reconocimiento del Comité Ejecutivo, que se mantenía en la independencia más por la oposición del Estado y del charrismo, algunos de ellos fueron expulsados y otros decidieron irse por su propio pie, lo cual ocurrió tanto a la dirección política y a la militancia de la AED, por traicionar los principios políticos y por contradicciones en la estrategia y táctica en la conducción del movimiento, por ende, de la lucha por la democracia sindical. Algunos de ellos eran fervientes defensores de la táctica de incrustarse en el seccional para ganarse espacios, que se caracteriza por la forma siguiente: hay que llegar a los espacios de representación sindical como sea, tener cualquiera de las carteras que ofrece el Estado y el SNTE, para que, una vez estando dentro, podamos impulsar un cambio estructural y de esencia de la institución y, así llevar los intereses de las bases a primer término.

En ese momento, dada la correlación de fuerzas, no podía significar otra cosa que una posición oportunista, porque en los hechos al llegar a ocupar una cartera se convertían en simples marionetas de los intereses del charrismo sindical y cómplices de las políticas del Estado. Argumentos de lo mencionado anteriormente sobran, como los sujetos de COMAS-40, oportunistas que negociaron comisiones después de la imposición de un congreso charro.

Está táctica y forma de lucha aún está presente en el contexto y la coyuntura política bajo otros velos, discursos y morfologías.

Aquí es donde es necesario algunas interrogantes y reflexiones. ¿Acaso el Estado, que se ha caracterizado por ejercer dominio y control pleno de las instituciones gubernamentales toleraría a una posición que lo combata en su interior? ¿Sería posible hacerlo de tal manera que el SNTE y el Estado no se den cuenta de ello? ¿Cómo respondería el Estado en cuanto sepa que existe una posición contraria en su interior? ¿Cómo se haría defensa, con resultados tangibles, de los derechos sindicales y constitucionales de los trabajadores de la educación?

Esta táctica ha sido utilizada una y otra vez en diferentes momentos y coyunturas por diferentes organizaciones, forma muy conocida de la democracia burguesa. Es desde la democracia burguesa de donde se ha justificado esta forma de proceder, ya que para legitimar un proceso electoral se recurre a la mayor participación posible de electores, y el objetivo del Estado es abarcar a la mayor parte de la población; de esa manera alienta falsas expectativas de cambio en el pueblo.

A modo de ejemplo podemos señalar que, en todos los procesos electorales del país están marcados por la corrupción y mecanismos de imposición de candidatos de la oligarquía, por lo que esperar un cambio sustancial es, por decirlo de alguna manera, una actitud de ingenuidad política.

Este modo de ejercer el dominio y control del Estado, no es privativo del ámbito electoral gubernamental. Observemos lo que ha sucedido con aquellas secciones que en este sexenio tuvieron sus cambios de secretarios generales. En todos ellos, los que se impusieron y se declararon vencedores se justifican y pretenden legitimar desde el discurso de la democracia sindical.

A las secretarías generales arribaron conocidos y nuevos cuadros vinculados al oficialismo, que se distinguen por su forma de hacer política; es decir, el charrismo, pero desde el gobierno federal y las propias secretarías generales respectivas se presentan como sujetos emanados de un contexto de democratización sindical.

Lo característico y recurrente de cada uno de estos procesos es que los intereses del conjunto de los trabajadores de la educación están fuera del verdadero ejercicio de la dirección sindical. El conjunto de denuncias de represión administrativa y política hacen evidente dicha situación.

Esta realidad es la que obvian de manera deliberada aquellos que hoy aseguran que existe democracia sindical. En esta coyuntura asumen esta posición los que renunciaron a la AED 40, quienes después de separarse no tardaron en formar sus propias siglas o valerse de la AED 40 para echar a andar su táctica y formas de hacer política, en su momento se les denunció por la actitud política asumida, el de impulsar el fraccionalismo y división de las fuerzas independientes. Ahora saltan a la escena sin recato y pretender imponer su criterio.

Si el Estado en verdad respetara la opinión de las bases, del conjunto de los trabajadores de la educación, en el contexto de la efervescencia política, de la lucha contra las reformas neoliberales, las bases hubiesen arribado desde ese momento a la secretaría general, pero la realidad y la verdad son otras, donde a los trabajadores de la educación se les niega el derecho a dirigir su propio destino, a hacer uso de sus cuotas sindicales o ejercer sus derechos sindicales de manera directa…

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